¿Alergia o intolerancia?¿Cuál es la diferencia?
- Dra. Andrea Martínez I, Nutricionista
- 17 sept 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept 2020
Los cambios en los estilos de vida de las últimas décadas han provocado que sea cada vez más común escuchar hablar acerca de alergias e intolerancia alimentarias, tanto en niños como en adultos. Pero ¿sabe usted cuál es la diferencia entre ambas? ¿Le preocupa que su hijo/a presente alguna de estas condiciones? En este artículo vamos a aprender al respecto.
Para empezar, debemos entender que tanto la alergia como la intolerancia son Reacciones Adversas a los Alimentos (RAA). Las RAA consisten en cualquier respuesta clínica anormal que presente un individuo, atribuida a la ingesta, contacto o inhalación de un alimento, de sus derivados, o de un aditivo que contenga. La Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica, clasifica las RAA como tóxicas y no tóxicas. Las tóxicas son aquellas que se producen cuando un alimento está contaminado con toxinas bacterianas o pesticidas, por ejemplo y que van a causar problemas a cualquier persona que lo consuma (lo que conocemos normalmente como una intoxicación alimentaria). Por otro lado, las RAA no tóxicas son causadas por componentes de los alimentos que no son tóxicos y que solo afectan a personas susceptibles. Dentro de este grupo tenemos las alergias y las intolerancias.

Las alergias son reacciones de tipo inmunológico, donde nuestro sistema inmune empieza a producir anticuerpos (llamados IgE) que intentarán neutralizar o eliminar el alérgeno. Este alérgeno por lo general es alguna proteína presente en el alimento. Se estima que alrededor de un 15% de los niños menores de 5 años presentan alguna alergia alimentaria y los principales alimentos asociados a esta son las semillas o frutos secos, el huevo, pescado, mariscos, algunas frutas y la leche. Algo súper importante de las alergias y que debemos recordar, es que la aparición de síntomas no es dosis-dependiente, es decir, la mínima ingesta de una sustancia puede desencadenar un cuadro fatal en la persona, incluso hay individuos que pueden tener síntomas con solo oler el alimento.
¿Y cuáles son esos síntomas de una alergia alimentaria? Estos pueden ser cutáneos por ejemplo urticaria (ronchitas rojas que producen picazón), xerosis (piel seca), dermatitis (irritación de la piel); pueden ser respiratorios como congestión nasal o asma; digestivos como naúseas, vómitos, diarrea o flatulencia; y en el peor escenario se puede dar un paro cardiorespiratorio. Estos síntomas pueden depender del alimento ingerido, de esta forma la alergia a los frutos secos o semillas genera en el 100% de los casos manifestaciones cutáneas, pero en la alergia a la proteína de la leche solo un 77% de los casos tiene manifestaciones de este tipo. En la alergia al pescado el 35% de los casos suele presentar síntomas respiratorios y solo un 15% síntomas digestivos. Dichas manifestaciones pueden presentarse de 30-60 minutos después de consumir el alimento; pero también puede haber manifestaciones tardías horas o días después.
Algo interesante sobre las alergias y que los mamás y papás deben saber es que estas pueden presentar regresión, es decir, un niño puede superar su alergia a un alimento a cierta edad. Esto puede ocurrir con la alergia a la proteína a la leche de vaca a los 4-5 años si el niño presentó la alergia antes del primer año de vida; lo mismo sucede con el huevo. En el caso del pescado hay menos posibilidades de una tolerancia posterior, y con las semillas casi nunca se logra.
Hablemos ahora de las intolerancias, y aquí es donde empezamos a ver las diferencias. ¿Recuerdan que las alergias se producen por una respuesta del sistema inmune? Bueno, en las intolerancias no participa el sistema inmune. Estas se producen por que el cuerpo no puede metabolizar alguno de los componentes del alimento debido al déficit o falta de alguna sustancia en nuestro organismo, principalmente enzimas, que son como “tijeritas” que cortan los componentes de los alimentos en moléculas más pequeñitas para que puedan ser absorbidas.

Quizá el caso más conocido de intolerancia es la intolerancia lactosa. La lactosa es un carbohidrato presente en la leche de los mamíferos. ¡Y aquí tenemos otra diferencia! En la alergia como ya lo mencionamos, los problemas son causados por componentes proteicos, mientras que en la intolerancia son no proteicos (en este caso un carbohidrato). Para poder absorber y metabolizar la lactosa existe una enzima presente en el intestino delgado que se llama lactasa. En las personas intolerantes a la lactosa hay una ausencia de lactasa (intolerancia primaria) o deficiencia de la misma (intolerancia secundaria). La intolerancia primaria es bastante rara, casi nunca se ve. La intolerancia secundaria suele ocurrir en los adultos ya que con el paso del tiempo la lactasa disminuye su actividad, o en niños de una manera transitoria después de problemas gastrointestinales como una gastroenteritis viral, por ejemplo, pero se supera al resolver la afección gastrointestinal.
Una diferencia muy importante entre las alergias y la intolerancia es que, en la intolerancia las posibilidades de aparición de algún síntoma y su intensidad son dosis-dependientes. Mientras que en la alergia se pueden presentar síntomas graves con cantidades pequeñas del alimento, en la intolerancia la persona puede ingerir cantidades pequeñas sin ningún problema. Siguiendo con el caso de la lactosa, un individuo podría tolerar bien un trocito de queso, pero presentar síntomas con un vaso de leche. Dichos síntomas por lo general son flatulencia, dolor abdominal, y diarrea acuosa y amarillenta.
Tanto en la alergia alimentaria como en la intolerancia, es necesario que el paciente, en este caso niño/a, sea abordado por un pediatra que realice los exámenes y pruebas pertinentes para dar un diagnóstico certero de la situación. Así como un nutricionista que se encargará de guiar y educar a los padres del niño en una dieta de exclusión y sustitución de alimentos, ya sea temporal o permanente, que contribuya a eliminar los síntomas y malestares, sin comprometer el adecuado crecimiento y desarrollo del niño.
¡Espero que este artículo haya sido de ayuda y hayan aprendido algo nuevo hoy!
¡Que estén muy bien!

Bibliografía
Koletzko, B et al. (eds). (2015). Pediatric Nutrition in Practice. Revision Mundial de Nutrición y Dietética: 2da edición
Rosas, M. (2006). Alergia e intolerancia alimentaria. Clasificación, sintomatología, prevención y tratamiento. OFFARM. 25 (7): 52-59
Ruiz, J., Palma, S., Pelegrina, B., López, B., Bermejo, L., Gómez, C. (2018). Una visión global de las reacciones adversas a alimentos: Alergia e intolerancia alimentaria. Nutrición Hospitalaria. 35 (4): 102-108
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